12 libros de un 2012

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Como ya sabéis, soy muy dado a las listas, y más cuando acaba el año y pueblan todas las revistas de culturas. En mi caso, seleccionaré 12 libros imprescindibles para este 2012, que al fin y al cabo es el que hemos vivido y personalmente, yo he sido capaz de aguantar y sobrevivir, en parte gracias a mi humanidad y coraje y en parte gracias también a estos libros. Estos libros que me ayudaron a sobrevivir en aquellos días en el bus surcando la ciudad como si de un barco se tratara, estos libros que han sido testigos de alguna fechoría, estos libros que me han acompañado en mis juergas y también en mis resacas, y estos libros que al fin y al cabo, en algún momento de mi vida querría escribir, pues todos forman un gran tesoro.

1. Los Detectives Salvajes, Roberto Bolaño (1998, Compactos Anagrama). Puede que este sea mi gran descubrimiento literario de este año. Esta es otra de aquéllas novelas que de haberla escrito me hubiera sentido completamente realizado en la escritura. Una novela perfecta, de principio a fin que reúne, en mi opinión, las claves de la literatura americana de la segunda mitad del siglo XX, un cierto europeísmo que tiende hacia el afrancesado simbolismo, y lo mejor, como no, Latinoamérica y su inigualable cuna de grandes escritores. Por sus páginas resbala una vida entera dedicada al placer literario. A la escritura. A la propia vida. A la belleza. Y también a la locura. Sin duda, leer dicha novela me abrió una nueva luz en el placer de la lectura. Una lectura, que en mi caso, sobrepasa al placer y tiene que ver directamente con mi estilo, mis pensamientos y mi modo de aceptar esta realidad que huye del ser como un ciervo. Enfant Terrible, «el poeta de verdad es capaz de soportar todo», afirmaba Bolaño, aquí está la prueba.

2. La Broma Infinita, David Foster Wallace (Literatura Mondadori) De corte similar a la anterior (muchos entendían a Bolaño como el DFW latino), esta novela posee un auténtico desapego a la raza humana y su manera de organizarse, sentirse y vivirse. Repulsión es la palabra. Como todos aquellos párrafos de Camus que leía años atrás y que hacían ver la vida como un laberinto sin salida o peor, como un tobogán que hacía bajar al alma en cada momento al Infierno. Pero lo mejor de DFW es su ironía. Su sonrisa entrecortada en la profundidad del campo de maíz. La incomprensible capacidad de autorreflexión continua a la que somete a sus personajes. El fatalismo del mundo moderno. El fin de la especie y ocaso de los sentimientos. El vacío sepulcral dentro de uno mismo y el silencio inhabitable de una sala llena de gente. Leerla durante todo un verano no me volvió loco, pero por poco.

3. París no se acaba nunca, Enrique Vila-Matas (ANAGRAMA, Narrativas Hispánicas) Aún siendo una novela menor de Vila-Matas, me proporcionó una especie sabiduría acerca de los pensamientos de un joven que pretende ser escritor (tal como yo). Puede que me gustara más de lo normal por el hecho de que arranqué su lectura nada más llegar de París. Enrique Vila-Matas en mi opinión, ridiculiza la figura del joven que quiere llegar a ser escritor tal y como sus ídolos (Hemingway, Sartre o Rimbaud, entre otros). Ese sueño que se antoja como el sueño de toda una vida, nunca llega y el joven escritor cae en lo que para el autor es el verdadero origen de su desesperación y agonía literaria: la ironía. Se siente terriblemente estúpido al fingir ser como sus escritores favoritos cuando en realidad solo es un chico español que vive en una buhardilla de París y bebe café en los bares. Me gusta la mezcla entre ficción y no ficción muy presente en el libro, no distinguiendo ya si la novela roza la autobiografía o es una especie de idealización. Además aparecen personajes claros como Marguerite Duras o Samuel Beckett. Sin duda, una novela fascinante.

4. Éramos unos niños, Patti Smith (LUMEN) Cómo me sedujo la increíble vida de esta pedazo de artista punk. No sabéis cuánto. Recuerdo que empecé a leer este libro de memorias cuando arranqué con THC. Y las primeras páginas de THC eran una especie de reflejo de todas las aventuras de la poetisa del punk y su compañero, Robert Mapplethorpe, fotógrafo. Lenguaje descarnado y dulcemente encantado, con párrafos y citas que quedan para la historia. Patti Smith es una de mis escritoras favoritas, además de artistas musicales.

5. Antología Poética, Eduardo Haro Ibars (Huerga & Fierro Editores) Ha sido mi gran descubrimiento del año en poesía en castellano. Y ha llegado tarde. Apenas este mes. La otra cara de mi poeta en español favorito, Leopoldo María Panero, el propio biógrafo admite que o te gusta uno o el otro, pero es imposible los dos. Yo aún así me sigo quedando con Leopoldo María Panero. Pero la poesía de Eduardo me ha abierto nuevos caminos y posibilidades en los lenguajes y estilos poéticos, una suerte de Rimbaud español que tanto podía conocer al Marqués de Sade como a Sid Vicious. Su palabra gay y sexualmente incorrecta roza las escolladuras del alma, su estilo de borracho y hombre perdido traza caminos en las tinieblas y su voz de Muchacho Eléctrico comprometido con los tiempos que le tocó vivir provoca  ternura y   enamoramiento. Yo sí que quisiera ser un poeta como Eduardo. Sin más.

6. CORRE, Rocker, Sabino Méndez (ESPASA HOY) La prosa de este libro viene muy bien con el anterior que os he presentado de Eduardo. Son de la misma época y los aliados que ayudan a los personajes y los enemigos que les enfrentan son prácticamente los mismos. La labor musical de Sabino, al igual que la de su compañero Jesús María Sanz es indiscutible. Pero en este libro, Sabino se reafirma como escritor y yo, personalmente no lo entiendo como un libro de memorias al uso, sino una obra cargada de respetable calidad literaria. Si sois aquellos de las chupas de cuero, los del whiskey, las putas y el sexo indiscriminado y de las guitarras que se sobreponen por encima de toda una canción, este es vuestro libro.

7. Memphis Underground, Stewart Home (ALPHA DECAY) El escritor hooligan más famoso y odiado de todo el panorama literario, sin olvidar a Welsh y su Trainspotting, nos deja esta novela y también anti-novela que rompe con todos los esquemas y barreras de la literatura posibles. Un libro que da dolor de estómago, como si por cada episodio o frase te quisieran partir la boca. Stewart Home con este libro ha demostrado su marcado carácter anarquista, su profunda crítica a la cultura y sociología de hoy en día, y su desenfrenable verbo quemado y violento que alcanza la perfección si se hace un esfuerzo por entender. Una novela que no se puede dejar pasar.

8. Fantasmas, Chuck Palahniuk (Literatura Mondadori) Palahniuk es uno de esos autores podríamos decir de corte hooligan (como el anterior) que no dejan indiferente a nadie. Un autor que cabalga en los extremos totales de la moral y la razón humana describiendo acciones y hechos con estilo casi periodístico, pero no el periodismo normal, sino el periodismo del horror. Cuando iba en el bus leyendo esta novela me encontré a un amigo que me preguntó sobre lo que estaba leyendo y le contesté algo así como «un Stephen King totalmente pasado de rosca». Leer a Palahniuk, al fin y al cabo, es caer en un pozo de horror original y misterio donde nadie se salva. Nadie.

9. Nocilla Dream, Agustín Fernández Mallo (Candaya) Con esta novela entré de lleno en la llamada Generación Nocilla. La capacidad de originalidad del autor es muy potente, tanto es así que al acabar el libro puede dejar a más de uno en los umbrales de la incomprensión y no entender nada. Pero hay algo escondido detrás de todo el mapa de personajes, marcas, espacios y tiempos que Mallo nos muestra. Hay algo más ahí escondido y eso es lo que se puede aprovechar. No olvidéis leer si os ha gustado, el poemario «Antibiótico» porque no tiene en absoluto desperdicio.

10. Un sendero nuevo a la cascada, Raymond Carver (Visor de Poesía) La última obra que escribió este autor americano que siempre ha destacado por sus relatos y alguna que otra novela trazada a su vez también como cohesión de grupo de relatos, nos deja con versos auténticamente escritos desde el umbral de la vida y la muerte, desde la posición en la que se ve a lo lejos el túnel y la luz, trazado aquí a modo de recuerdos y metáforas y acompañado fielmente por las letras de escritores como Transtömer o Chéjov que lo acompañan hacia el Fin. Una obra poética de extrema necesidad ya que lo único que pedía Carver era un día de vida más para escribir el último verso de cada poema de los que compone el libro y así ganar de alguna forma la batalla a la desconexión física con el mundo real.

11. Jerusalén, Gonçalo M. Tavares (Literatura Mondadori) El neo-existencialismo, mezclado con altas dosis de psicología y también patopsicologías, resultó en esta esmerada novela cuya lectura resulta fácil pero con un gran abanico de sub-temas alrededor de la acción principal, que más o menos viene a ser la historia de una paciente en un manicomio. Tavares se erige así como un teórico de la crueldad y el nihilismo más candente, además de mostrar con una cercanía brutal el papel de la enfermedad dentro del cuerpo de un ser humano. Una de las grandes novelas que leí en este año, sin duda.

12. Exhumación, Luna Miguel & Antonio J. Rodríguez (ALPHA DECAY Mini) Sí amigos, al final acabé leyendo este relato corto de dos de los autores más prometedores del panorama nacional. Y todo gracias a un sorprendente regalo de cumpleaños de mis amigos periodistas de la facultad. Desde aquí les quiero dar las gracias por el detalle, ya que pensé que jamás iba a conseguir un libro que preguntando en todas las librerías, permanecía ya descatalogado. Y no solo fue eso, sino una libreta «del escritor» deseándome que jamás abandonara la actividad lectora y escritora. En cuanto al relato, me parece un genial testamento o tratado de la narrativa de los nuevos tiempos, la que tiene que ver directamente con la escritura moderna. El contenido y la forma es perfecto. Digno en todos sus sentidos de leer y analizar.

Bueno, amigos, aprovecho para desearos a todos un gran año que venga cargado de más letras tan buenas como las de este y que aprovechéis el don de seguir vivos un 2013 con Rock&Roll y buena poesía. Un abrazo enorme!

Memorias de los artistas cachorros: «Éramos unos niños» (Patti Smith, 2010).

Patti Smith siempre ha sido una artista que me ha llamado mucho la atención. Primero por su música, que para mí es un crisol de estilos, naciendo desde el Rock&Roll stoniano y avanzando hacia la vanguardia de grupos tales como la Velvet, sin olvidar que es considerada la «Reina del Púnk» por sus discos posteriores, estilo y carácter ante un escenario. Por lo tanto, su estilo musical digamos, es más que considerable.

Su mejor disco, sin duda, Horses (1970). Épico, brillante, poético y danzante, una oración a la sociedad perdida de hipppies, neorrománticos, simbolistas, modernistas y artistas alojados en el famoso Chelsea Hotel de New York. Es una oda a toda esa generación americana de artistas que se creían libres y fuera de todo control moral, social y político. Fue producido bajo la ayuda de John Cale, segunda alma de la Velvet y cuyos discos en solitario, que aunque no están a la altura de la otra alma de la Velvet, Lou Reed, no tienen ningún desperdicio. La ayuda de John Cale es inestimable a la hora de conferir lo épico e inmortal que tiene el disco, sin quitar motivos a la espectacular y universal voz desgarrada de Patti, que hace que todo se levante cuando ella canta, recita, habla, murmura.

Aquí podemos ver al trío más famoso neoyorkino: John Cale, Patti Smith y Lou Reed.

Dejando a un lado la música, yo lo que quería hablar en esta entrada era de su libro póstumo de memorias, Éramos unos niños (2010) que alude directamente a su historia y a la de su eterno amante, Robert Mapplethorpe. Es un rico libro de memorias tan perfectamente escrito, con una sinceridad y amor, en definitiva, sensibilidad que sobre sale en cada una de sus páginas y nos contagia casi como una enfermedad y hace que creamos que nuestra artista está al otro lado de la habitación relatando uno por uno todos los acontecimientos que la sucedieron en el San Francisco, Nueva York y París de finales de los sesenta. En definitiva, es uno de esos pocos libros que cuando lo comienzas intentas no leerlo muy rápido y devorarlo, sino saborear y entretenerte con él de una manera lenta y sentida, además de rezar para que nunca se acabe o tarde en acabarse.

Muchas cosas se han dicho acerca de Robert, y se dirán muchas más. Los chicos adoptarán sus andares. Las chicas se pondrán vestidos blancos y llorarán la pérdida de sus rizos. Lo condenarán y lo adorarán. Censurarán o idealizarán sus excesos. Al final, la verdad se hallará en su obra, la esencia corpórea del artista. No se deteriorará. El hombre no puede juzgarla. Porque el arte alude a Dios y, en última instancia, le pertenece.

Estas son las preciosas palabras que refiere Patti a Robert en una especie de prólogo de tan solo siete líneas. Pero me gustaría resaltar un párrafo más de Patti que a su vez se universaliza y mete en la piel del sentimiento artístico de todo artista. Puedo decir que es una de las más bellas metáforas que he leído jamás sobre los comienzos de todo artista o por decirlo así, el bicho que te infecta de la sensibilidad artística que te inundará para todo el resto de tu vida:

Cuando era pequeña, mi madre me llevaba de paseo por el parque Homboldt, junto a la orilla del río Prairie. (…) Un largo cuello curvo se alzó de un vestido de plumas blancas.

«Cisne» dijo mi madre, percibiendo mi emoción. El ave golpeteó el agua resplandeciente con sus grandes alas y alzo el vuelo.

La palabra en sí apenas dio fe de su grandeza ni transmitió la emoción que me produjo. Su imagen me generó un deseo para el que no tenía palabras, un deseo de hablar del cisne, de decir algo acerca de su blancura, la naturaleza explosiva de su movimiento y la lentitud con que había batido las alas. El cisne se fundió con el cielo. Me esforcé por hallar palabras que expresaran mi noción de él. «Cisne», repetí, no enteramente satisfecha, y sentí un cosquilleo, un anhelo curioso, imperceptible para los transeúntes, mi madre, los árboles o las nubes.

Impresionante, verdad? Este es el primer párrafo narrativo del libro, para que más o menos os hagáis una idea de qué clase de libro se trata. El libro es tan sincero y verídico como la propia artista, un artista de verdad, con todas las letras, que salió de su casa porque quería ser libre y sufrió lo que era graves dolores de tripa debido a la primera enfermedad humana, que es el hambre, que conoció cada rincón de Nueva York haciéndolo un hueco en el idealismo al transformarlo en cuadro, poema o canción, que sufrió en primera persona todo lo que significaba la decadencia de los artistas cuando no sabían otra cosa que meterse jeringuillas, que atravesó el umbral de oscuridad para depurar su poesía tal y como su amado virtual Rimbaud hizo, que se convirtió en leyenda siendo tan solo una hormiga en medio de una sociedad capitalista inflexible y de hierro, y en definitiva, que amó a Mapplethorpe como a la vida en sí y todos sus lugares y rincones.

Robert Mapplethorpe y Patti Smith posando y dando imagen a toda su generación de artistas.

Fuente de la imagen 1: taringa.net

Fuente de la imagen 2: weheartit.com

Fuente de la imagen 3: mondosonoro.com

Fuente de la imagen 4: elhombreconfuso.wordpress.com

Editorial de Pedro Javaloyes sobre Radiohead. Rolling Stone nº 151 Mayo, 2012.

Nosotros creemos que Radiohead es la banda más importante de este siglo; está un paso por delante del resto en su concepto de rock y se cumplen 15 años de OK Computer, uno de los mejores discos de la historia de la música.

Este mes la revista RollingStone edición española se merece una más que merecida mención en este apartado de pobres acordes musicales. Dedica un reportaje extenso sobre el mejor grupo de la actualidad internacional, Radiohead, que si queréis podéis leerlo a través de su página web, RollingStone.es.  RollingStone es mi revista de referencia, el periodismo musical por excelencia y prestigio, donde podemos encontrar cuál es la música que va delante de las personas y todos sus gustos.

Esta cita de Pedro Javaloyes, me sirve de coletilla para volver a reiterar cuál es la banda más importante en este mismo momento: Radiohead. Después de toda esta tormenta de acordes que se inició desde que un negro que bailaba el pato por los años 50 y 60, incluso antes, cuando en los años 20 y 30 ya había negros en iglesias que vivían felices coreando a su Señor, o pasando por los campos de algodón y maíz que un Robert Johnson maldijo un día pactando con el diablo y creando el blues, hasta que en los 60 aparecieron cuatro hombrecillos trajeados a modo escarabajo que inventaron el pop, y coetáneos de los mismos, otros cuatro que harían del pop algo más salvaje y demoníaco con un Sympathy For The Devil, sin olvidar la psicodelia bluesera de cierto negrito bendecido por Dios que asustó al mundo, y el gran paso de un melenas que se hacía ver entre sus iguales como un superhombre del desierto convertido en El Rey Lagarto, hacia los viajes espaciales de las guitarras barrettianas dándonos a conocer el lado oscuro de la luna, o ya desde ahí a explorar el sonido más agudo de poemas recitados por cierto chico de Coney Island que leía a Delmore Schwartz, y más allá a letras descarnadas de una joven punkie adicta a la heroína cuyo disco tiene nombre de caballo, a los punkies ingleses de los suburbios de londres, y la rebelión metafísica y burroughsiana del grunge y el desorden vital y las agujas y las camisas de manga larga.

Amigos, todo ello, en la batidora. Probad un poco de esta mierda, bro. En dosis pequeñas al principio, no sea que os atragantéis. Descubriréis agujeros de sonido, músicas de ambiente, viajes extrapolados a Oriente, búsqueda incesante de diamantes entre el polvo, ritmos tribales, graffitis y modernismo, espiritualidad y descanso, tortura y ruido, black noise, todo preparado debe quedar para los ocasos del sonido.

Pedro, cuánta razón, cuánta razón…

PUNK IS NOT DEAD. (Alegoría de una vida)

En los tiempos que corren se echa en falta grupos de punk clásico. El punk ha avanzado mucho desde que por allá en 1975 unos ingleses lo fundaron basándose en máximas anarquistas y de destrucción. Nació como una corriente de vanguardia, underground, un avance políticamente destructivo y desordenado asentado sobre las bases del recién estrenado rock alternativo de bandas americanas e inglesas como Blondie, The Velvet Underground, Patti Smith…

Jóvenes desesperanzados encontraron en una guitarra un arma para llevar a la sociedad la consciencia de pertenecer a grupos desorientados, ataráxicos, alimentados por la desclasificación y la marginación, y lo que es peor: el olvido. No había otra manera de salir y protestar por el férreo gobierno de la Dama de Hierro, Margaret Thatcher, que usando la simple violencia. Alterar el orden público y llevarlo a extremos. Una simple y desorbitada protesta sangrienta y destructiva. Los músicos       escupían en los conciertos, destrozaban los instrumentos, jodían en directo y defecaban, tomaban drogas, meaban al público, les insultaban y eso, al fin y al cabo, al público le gustaba.

“Vota, vota, pero luego no te quejes si las manos te huelen a mierda”, cierta máxima anarquista que aparece en alguna pintada callejera de calles de todo el mundo. Y en realidad, el estilo punk, la forma de vida punk se resume en estas tres palabras de la famosa canción que se convirtió (y todavía es) un himno, “God SaveThe Queen”: “NOT FUTURE FOR ME”, la desesperanza, el desinterés por llegar a ser algo en la vida, el escepticismo, el odio, la destrucción y la diversión como forma de vida.

Cuando los Sex Pistols se hicieron famosos al momento se retiraron, no querían ni dinero, estaban traicionando a su imagen. Para ellos un concierto no era casi ni música. La música la usaban solo para alterar a las masas y hacer estallar el descontrol y el desorden en las barriadas londinenses. Cuando vieron que eso dejaba de suceder y que ya la gente acudía porque de verdad querían escuchar su música y querían verlos a ellos a causa de que los adoraban, se retiraron del negocio. Algo parecido ocurrió con los Clash, la banda de Joe Strummer llegó a alcanzar tanta fama que tocaron en los mejores estadios de América. Sin poder aguantar la presión y la fama, decidieron disolverse, ya que hablaban de asuntos y estilos de vida a los que ya no pertenecían.

Ahora, en la actualidad el punk ha avanzado y ha derivado en nuevos estilos como el Ska. Yo quisiera encontrar un nuevo grupo de punk clásico interesado solo en el riffs simples y las voces desgarradas, haciendo estallar todo por los aires y llegando a límites que ni se conocen. Podemos hablar de Green Day, pero creo que si levantaran la cabeza algunos que vivieron y conocieron lo que de verdad ocurrió en el Londres del 70, les darían dos palos. El punk comercial está bien, soy un fan confesado de Green Day, pero de ahí a explotar la imagen y estar absolutamente obsesionados por la fama (esto está probado cuando a Billie Joe Amstrong le preguntaron cuál era su mayor miedo, a lo que contestó que sería perder todo el éxito con Green Day y volver a ser nadie), no me parece del todo correcto. Green Day son un grupo musical con un nivel muy alto, pero por favor, let the children play, como decía el gran Jim Morrison, toda forma de adoctrinamiento es una basura, así que no vayáis enseñando por ahí que el punk es eso y haciéndoselo  creer a la gente, porque estáis burlándoos de todo lo que sucedió en la época.

Algo más: una rosa y un pensamiento para todos aquellos que murieron, vivieron y tiraron su vida a la basura simplemente por no ser nada en la vida y afirmarse como basura en un mundo en el cual es tan importante destacar: